Consumo inteligente: gastamos con cabeza

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Analizamos qué gastos se pueden reducir sin transformarse en un tacaño enfermizo.

Usualmente, el consumo inteligente se relaciona con la ecología y el trato humano hacia el entorno: no desperdiciar agua y electricidad, evitar bolsas plásticas, separar los residuos. Pero el consumo inteligente también implica un uso cuidadoso de cualquier recurso, incluyendo el financiero.

El consumo inteligente es una de las principales tendencias modernas. En 2017, el Premio Nobel de Economía fue otorgado al estadounidense Richard Thaler por sus investigaciones en economía del comportamiento. Esta ciencia analiza por qué las personas gastan dinero, por qué acumulan o entregan grandes sumas, por qué algunos reaccionan más que otros ante trucos de mercadeo. La economía del comportamiento ayuda a las personas a gastar de manera más consciente e inteligente.

Los bancos centrales de muchos países también han comenzado a proteger a las personas de los trucos de marketing de las entidades financieras y de gastos innecesarios.

Lo principal es que el ahorro sea razonable y no se convierta en una avaricia insana. Entonces, ¿sobre qué ahorrar sin perjudicar la calidad de vida?

1. Compras impulsivas

El enemigo principal del consumo inteligente. La mayoría de las compras las hacemos de forma espontánea: algo nos gusta aquí y ahora o nos atrae el precio rebajado. Si nos controlamos, podemos protegernos de esos gastos.

  • Usa la opción de “dejarlo para después”. Elige en la tienda, tócalo, pruébatelo y vuelve a tu casa o al trabajo por unas horas o un día. Con el tiempo quedará claro si realmente necesitas esa compra o no.
  • Haz listas. Esto ayuda a comprar justo lo necesario y, por ejemplo, a no botar alimentos que se estropean.

También se puede ahorrar a diario con pequeños gestos: por ejemplo, no comprar bolsas plásticas en tiendas y llevar siempre una bolsa de tela. O rellenar un envase reutilizable de agua en vez de comprar botellas.

Existe la teoría de que una persona no necesita más de 100 cosas. El estadounidense Dave Bruno vivió un año con solo 100 objetos personales. La idea principal de su método «100 Things Challenge» es no permitir tener más de cien cosas, y todo lo demás venderlo, regalarlo o desecharlo. Quizás 100 cosas sea una restricción muy estricta; la esencia está en revisar el comportamiento financiero y dejar de gastar en lo innecesario, dejar de acumular de más.

2. Gastos del día a día

Mediante diversos recursos, los mercadólogos y los encargados del diseño de comercios inducen a los visitantes de tiendas y sitios web a comprar más productos. Es importante recordar estos trucos para resistirlos.

  • Lee cuidadosamente las etiquetas de precio. Las etiquetas rojas cerca del precio hacen que los compradores piensen que es una rebaja, aunque no siempre sea así. A veces muestran la cifra grosa con descuento al por mayor sin IVA, y en letra pequeña el precio real al por menor.
  • Mira los estantes superiores e inferiores. El producto cuya venta es más provechosa para el supermercado suele estar en la “zona dorada” —al nivel del pecho de un adulto, a unos 1,5 metros de altura—. Probablemente en otros estantes haya productos de calidad similar, pero a menor precio.
  • Pon en la cesta solo lo que necesitas. En los grandes supermercados los pasillos de leche, pan y carne están en extremos opuestos para que los compradores caminen por todo el local y cojan algo que no planeaban comprar.
  • Verifica el peso o volumen del producto. Con frecuencia, granos y azúcar se empaquetan en 900 g en lugar de 1 kg, chocolate de 90 g en vez de 100 g, aceite vegetal de 930 ml en vez de 1 l. Un precio más bajo no siempre significa ahorro. En productos similares la cifra puede ser un poco mayor, pero la cantidad es mayor también.
  • Compara precios. Las tarjetas de descuento de tiendas parecen ofrecer ventaja, pero quizá en ese supermercado los productos ya estén más caros que en otros, incluso después del descuento.
  • Evalúa críticamente las promociones de mercadeo. Bonificaciones por compras que luego se pueden canjear por un producto, o «la octava compra gratis» —es sólo una forma de que compres más de lo necesario en busca de regalos (a veces inútiles).

3. Transporte

Una persona que trabaja no puede prescindir de los gastos de transporte —al menos necesita trasladarse al trabajo y de regreso. Pero en el mundo moderno, tener un coche propio no siempre es lo más económico.

  • En grandes ciudades con embotellamientos y distancias considerables, una alternativa razonable al vehículo propio es el transporte público. Los abonos y tarjetas especiales cubren varios medios de transporte.
  • Si el automóvil no es necesario todos los días, probablemente el taxi o servicios de transporte compartido resulten más ventajosos. La gasolina, mantenimiento, impuestos, seguro, parqueadero y lavado de coche pueden costar bastante. En apps de mapas y geo‐servicios puedes comparar precios de distintos servicios de taxi y decidir si te conviene tener un coche propio.

Si no puedes prescindir de tu propio automóvil, conviene que sea uno acorde a tus ingresos. Gastar en vehículo más de lo que ganas en un año es poco prudente. Un monto de 6 a 12 salarios anuales, bien ahorrado, permite no pedir créditos grandes y recuperar el presupuesto después de un gasto alto.

4. Vivienda

Alquilar apartamento, especialmente en ciudades grandes, puede ser más ventajoso que una hipoteca. Sin embargo, para muchas personas el apartamento propio no es sólo paredes, sino tranquilidad psicológica, la certeza de tener un hogar para dejar a los hijos. La matrícula de residencia ofrece ventajas adicionales. Y aparte, se fija un pago para 25 años por adelantado, pues las cuotas de hipoteca no cambian (siempre que no hayas elegido pagos diferenciados). Además, algunas personas están dispuestas a pagar más por esa estabilidad, incluso si reduce algo el confort.

Para otros lo más importante es la movilidad, la accesibilidad de infraestructura, y no les importa que el apartamento no esté a su nombre —lo importante es que sea cómodo para vivir. En caso de problemas financieros, con una vivienda en alquiler puedes simplemente mudarte, mientras que con hipoteca la situación es más complicada y puedes incluso perder la propiedad.

5. Créditos

El crédito es un instrumento financiero útil y popular. Pero debe usarse con prudencia y no asumir obligaciones que no podrás cumplir. Especialmente si el crédito es para comprar un móvil caro u otros objetos lejos de la esencialidad, cuando apenas te alcanza para alimentos básicos. Recuerda que la carga de créditos de una persona no debe superar el 30 % de su ingreso mensual. De lo contrario, tienes riesgo de no cumplir los pagos y caer en una trampa de deudas. Un enfoque ponderado hacia los créditos es otro marcador importante del consumo inteligente.

En el contexto de Colombia, el consumo responsable también está vinculado a la sostenibilidad ambiental y social. Según estudios, los consumidores colombianos buscan cada vez más productos que respeten criterios sociales, laborales y ambientales. :contentReference[oaicite:2]{index=2}

Adoptar hábitos de consumo inteligente implica no solo ahorrar, sino gastar con intención, valorando tanto el bien como su impacto. Al aplicar estos principios, puedes proteger tus finanzas personales y contribuir a un entorno más justo y sostenible.

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